Hace tiempo leí en un libro de José Antonio Marina una frase que me pareció interesante: “la inteligencia trabaja para el estómago, no al revés”. Esto significa que debemos volcar nuestros esfuerzos en solucionar problemas sustanciales, y no crear necesidades espurias.
Si observamos con espíritu crítico nuestro trabajo y el de nuestra organización, caeremos en la cuenta de que no siempre tenemos claros los objetivos finales. Frecuentemente los resultados no están alineados con ellos y les aportan poco o ningún valor.
Las metodologías LEAN se ocupan de esto, de la pérdida de efectividad en el trabajo. Pero no quería hablaros LEAN, si no de la falta de claridad que se observa en la compresión de los objetivos verdaderos y sustanciales del trabajo con metodología BIM. Esto se traduce en pérdidas importantes de tiempo y de recursos.
Si vamos a emplear nuestra “inteligencia” y a complicarnos la vida (¡y de qué manera!) empleando BIM, que no sea por la novedad o por lo llamativo de algunas de las herramientas empleadas. El aporte extra de esfuerzo y de inteligencia debiera ser porque nuestro “estómago” lo necesita o, lo que es lo mismo, porque aporta valor a nuestro trabajo y a nuestras organizaciones, y porque nos hace más competitivos.
Algunos objetivos BIM engañosos
Creo que a la mayoría de los técnicos en activo todo lo relativo a BIM nos ha cogido por sorpresa y muy ocupados en nuestros afanes diarios. Por ello, la aproximación a ese nuevo estilo de trabajo lo estamos haciendo desde posiciones muy particulares y con perspectivas que, en mi opinión, pueden ser engañosas y algo desenfocadas.
A modo de ejemplo, veamos algunas posibilidades que ofrece BIM, que podrían ser compartidas por cualquier técnico que se haya aproximado un poco a este nuevo modo de trabajar:
- BIM nos permite disponer de una maqueta digital de la obra que vamos a ejecutar o del activo que operamos.
- Gracias a la maqueta digital vamos a obtener todos los planos de nuestra obra.
- Se podrá medir la obra de un modo fiable e inmediato, incluso después de hacer un cambio.
Todas estas posibilidades, y otras muchas más, podrán ser ciertas y quizá generen mucho entusiasmo para el cambio, pero este nivel de comprensión de BIM tiene muchas limitaciones. Solo indicaré algunas a efectos ilustrativos.
Una maqueta digital puede resultar muy visual y efectiva para una presentación pública de una obra, para obtener vistas que ayuden a evaluar el resultado estético final, etc. Sin embargo, para ejecutar la obra necesitaremos planos debidamente acotados y con detalles que no tienen porque aparecer en las maquetas digitales ni deducirse de ellas, por mucho que subamos el nivel de detalle (LOI y LOD).
No todos los planos que necesitamos para ejecutar una obra se obtienen del modelo ·3D. Por ejemplo: un diagrama de cualquier tipo de instalación, la definición de un proceso constructivo, la disposición de las protecciones colectivas de seguridad y salud, los detalles de armados, etc.
Una representación 3D es imbatible para la medición de algunas unidades de obra: movimientos de tierras, hormigones, encofrados, etc. Pero forzar a que todas las mediciones se deriven directamente de nuestro modelo 3D puede introducir una complicación y unos costes innecesarios. Y es que debemos modelar lo que aporte valor a nuestro trabajo, que es diseñar, estimar costes, construir y operar un activo, no representarlo en 3D.
Estas limitaciones podrán matizarse o discutirse. Solo las expongo como ejemplos de vías de comprensión de BIM muy parciales, apasionantes, pero alejadas del verdadero objeto de este nuevo sistema de trabajo, como veréis seguidamente.
Principios de la filosofía BIM
Las dos normas publicadas que constituyen estándares para es uso de BIM son las ISO 19650, Parte1 y Parte 2. En la siguiente figura reproduzco la primera página de una de ellas. Os animo a que leáis atentamente el título: “Organización y digitalización de la información”. Como podéis ver, no habla sobre normas de modelización, ni nada similar.
Solo con la lectura de esta portada ya tenemos aclarada una cuestión importante: BIM trata sobre toda la información de un proyecto, de todo tipo, sin delimitar su procedencia. Esto significa que, por ejemplo, a las actas de las reuniones o a un cronograma les son de aplicación los requisitos de gestión BIM.
Otra cuestión importante es que la gestión de la información en BIM debe prestar atención como conjunto a las dos etapas del ciclo de vida del activo: la de desarrollo (que incluye las fases de diseño y de construcción) y la de operación.
Esto significa que debemos conocer de antemano qué información (documentos, contenedores de información, modelos) se necesita en cada fase, qué información se traslada de una fase a otra y con qué contenido. Por ejemplo, el plano topográfico será el mismo documento, con la misma identificación, que va “viajando” a lo largo de cada etapa. El detalle y el tipo de información serán los necesarios para cada etapa.
El trabajo colaborativo es otro de los pilares de BIM. Esto significa que varios agentes (las partes contratadas) deben poder trabajar coordinadamente aportando la información adecuada en el momento oportuno para cada una de las etapas.
Para alcanzar este grado de interoperabilidad es imprescindible una planificación previa de toda la información necesaria en cada una de las etapas, y establecer quién, cuándo y cómo deben producirla. Para entendernos: debiéramos poner nombre a todos y cada uno de los documentos que vamos a emplear (con independencia de quien los genere), definir su clasificación y cómo se gestiona su producción para conocer si están aprobados para su uso.
Por último, es importante caer en la cuenta de que cuando se habla de digitalización nos referimos a emplear bases informáticas que permitan un intercambio para su uso compartido. Esto exige el empleo de estándares relacionados con la producción y gestión de la información y ser muy disciplinados en su empleo.
Podría enumerar o describir otros aspectos de interés sobre las bases filosóficas de BIM, pero las anteriores me parecen suficientemente potentes para despojar del excesivo protagonismo de los modelos 3D.
Filosofía BIM y documentos para su gestión
Para finalizar, pondré nombres a algunas de las necesidades derivadas de los objetivos anteriores que, en muchos casos, os resultarán familiares:
Cuando hablamos de definir toda la información necesaria a lo largo del ciclo de vida de nuestra infraestructura, hablamos de los requisitos de información del proyecto (PIR). Cuando lo que definimos es la información necesaria para la operación, estamos hablando de los requisitos de información del activo (AIR). Estos documentos son responsabilidad del promotor.
Los requisitos de intercambio de información (EIR), que también es responsabilidad del promotor, no son otra cosa que el detalle de qué información y cómo debe producirse en el marco de cada contrato de las diferentes etapas. Así, en la fase de redacción de un proyecto el promotor deberá generar tantos EIR como contratistas asignados.
El Plan de ejecución BIM (PEB) detalla cómo cada contratista va a gestionar la información, esto es, la planificación de la producción de la información que da respuesta el EIR de su contrato. Lo elabora el contratista, con el apoyo del promotor.
La organización de la información generada en cada etapa se planificará mediante la Estructura de Desglose de Contenedores de información y con la configuración del Entorno Común de Datos (CDE). Esta herramienta, formada por un gestor documental y los flujos de trabajo asociados, es básica para trabajar en BIM, y su configuración y puesta a disposición es una de las obligaciones del promotor.
Una descripción más detallada de estos documentos podréis encontrarla en algunas entradas anteriores del blog.
En resumen, la implantación de una metodología BIM es compleja, pero no se debe abordar sin tener claros los conceptos y las bases que sustentan este planteamiento. Responden a objetivos claros y bastantes sensatos, pero exigen trabajos de planificación de la información a los que ni los promotores (que deben ser los principales impulsores) ni los contratistas estamos acostumbrados.
Por último, quería recordar una vez más que BIM se ocupa solo de la gestión de la información, que no es poco, pero no de la gestión del resto de disciplinas necesarias: coste, plazo , calidad, seguridad y salud, etc.
Espero que esta entrada os haya dado alguna pista para que las complejidades instrumentales no os desvíen del fin último perseguido.