
BIM no existe si la Administración Pública no conoce su función
La Administración pública tiene un papel determinante en el uso de BIM. Pocos técnicos del sector público de la construcción dudan de que el futuro está en BIM, pero quizá no muchos sepan explicar para qué necesita BIM la administración, cuáles son las ventajas reales de su empleo. Esto es muy importante, ya que la pieza clave de BIM es la definición previa de las necesidades, de los requisitos de información. En definitiva: para qué se necesita la información.
El desconocimiento de los procesos BIM que define la ISO 19650 impide enfocar adecuadamente el camino hasta la definición de los requisitos de una licitación para un proyecto u obra en la que se quiera utilizar BIM. Esta falta de claridad sobre el “para qué” y “cómo” se gestiona un proyecto o una obra empleando BIM genera muchos planteamientos erróneos en las licitaciones de este tipo.
Algunos enfoques inadecuados en una contratación BIM
Uno de los puntos de partida más desafortunados para un responsable de organizar la contratación de un proyecto o una obra empleando BIM es el convencimiento de que BIM es una metodología de gestión y que su definición corresponde al contratista. En este caso, bastaría con exigir en el pliego de la licitación que el adjudicatario oferte una metodología de esa naturaleza.
Otra visión contraproducente es asociar BIM con el uso de una maqueta digital, con la visualización de la obra. En caso de la redacción de un proyecto, el modelo 3D sería uno de los resultados del contrato; en una obra se obtendría, entre otros resultados, la planificación de la ejecución mediante una animación, la medición de lo ejecutado, o elaboración gradual del proyecto as-built. Estas posibilidades tienen un interés limitado y son poco eficientes en relación con las necesidades de planificación y control de una obra.
Podríamos ofrecer más ejemplos de enfoques erróneos de la gestión BIM, pero los dos anteriores son suficientes para resaltar la necesidad de ir más allá de los usos asociados a la visualidad y del empleo de herramientas sofisticadas.
BIM y la digitalización plena de las organizaciones contratantes
En realidad BIM es un elemento más de los procesos de digitalización que en la actualidad afectan a todos los sectores productivos. Pero una organización, sea privada o pública, no se digitaliza por el mero hecho de emplear menos papel o incorporar herramientas informáticas a las formas de trabajar convencionales.
El avance hacia la digitalización necesita definir e implementar nuevos procesos de trabajo que saquen el mayor partido a las nuevas herramientas, como sucede con la posibilidad de realizar trabajos colaborativos con equipos deslocalizados. También la digitalización afecta al modo de crear y compartir la información asociada a estos nuevos procesos.
Ahora bien, esta evolución en el modo de trabajar afecta a todo el sector de la construcción, tanto a los promotores de los proyectos y las obras como a los contratistas responsables de producirlos. Es más, para poder aplicar BIM es fundamental que ambas partes logren implantar los cambios necesarios mediante su digitalización. Por motivos que se explicarán más adelante, BIM no se podrá instaurar en este sector en tanto que la administración pública no adopte importantes cambios en su modo de trabajo.
La definición de los procesos, de los requisitos de información y la estandarización, piezas clave
BIM, como cualquier sistema de trabajo digitalizado, exige un elevado grado de estandarización tanto en los procesos como en la información que éstos utilizan como entradas o como resultados. La principal dificultad para trabajar empleando BIM es que la organización contratante y sus técnicos son los que deben determinar la estructuración del trabajo y de la información asociada. BIM no admite una gestión reactiva del promotor; exige a la parte que contrata un elevadísimo grado de anticipación, de planificación sistematizada.
Los requisitos para aplicar BIM en un contrato y los recursos y la información de referencia que se emplearán en su desarrollo no se concretan en el ámbito de una contratación: no se trata de incluir un capítulo más en el pliego de la licitación ni de disponer de un manual BIM de referencia.
Por una parte, los requisitos de información de un proyecto u obra deben satisfacer las necesidades de la propia organización, fuera del ámbito de gestión del proyecto. Algunos contenidos del proyecto o de los resultados de una obra responden a políticas o requisitos legales que debe cumplir esa organización. Por ejemplo, un anejo de expropiaciones debe tener la información que fije un departamento de expropiaciones y con la estructura necesaria para su empleo eficiente. En consecuencia, una administración que quiera aplicar BIM debe tener un sistema de gestión definido y estandarizado (ISO 9001, por ejemplo)
Por otra parte, la cantidad de información que se maneja en la redacción de un proyecto y sobre todo en la gestión de una obra es ingente, y muchas de sus características son comunes a cualquier otro contrato. En consecuencia, no tiene mucho sentido ni es eficiente que en cada contrato el director del contrato acometa la definición de los documentos de gestión y los procesos asociados. Por ello, la administración necesita adoptar un estándar de gestión de los proyectos y las obras, común a toda la organización, con independencia de se adapten a cada contrato específico (PMBOK, por ejemplo).
Conclusiones
En resumen, cuando el nivel de conocimiento de BIM está asociado exclusivamente a las posibilidades de visualización de los modelos digitales, pudiera parecer que la contratación se resuelve añadiendo al pliego de contratación un capítulo de prescripciones orientadas a la creación y gestión de ese modelo. Claramente, esta es una visión muy limitada e ineficiente de BIM.
Un enfoque más adecuado parte de que la administración contratante debe definir las necesidades de información, cuya gestión es una más de las disciplinas de un sistema de gestión de la obra. A su vez, la gestión de la obra debe llevarse a cabo con un sistema estandarizado e integrado en el de la organización.
En definitiva, la gestión BIM de un contrato debe formar parte de un ecosistema de procesos de gestión de una organización. Éstos procesos deben responder a estándares de gestión y a un modo de trabajar adaptado a una digitalización plena. Y es que BIM lo implanta la organización, no el director de un contrato ni el responsable de su licitación.