El carácter único de los proyectos y las obras
Esta pregunta parece un sinsentido: todo el mundo sabe que un proyecto es una serie de documentos que justifican, detallan y valoran un objeto que se diseña para ser construido; y una obra es el conjunto de actividades necesarias para construir el objeto diseñado y, obviamente, el propio objeto.
La apariencia física de un proyecto y de una obra son totalmente diferentes, y los recursos necesarios para llevarlos a cabo también son muy distintos. Sin embargo, ambos gozan de características comunes: tienen unos objetivos establecidos en cada caso, con un principio y un fin, y un resultado único e irrepetible. Podemos decir que desde un punto de vista filosófico un proyecto y una obra son muy parecidos.
Esta naturaleza efímera y única de los proyectos y las obras les confiere unas características determinantes que comparten con otras actividades de ámbitos muy distintos: una grabación de un disco, una boda, la elaboración de un libro, etc.
La gestión de lo único
Cualquiera de las actividades descritas en el párrafo anterior necesita dar respuestas a cuestiones similares: qué requisitos tengo que cumplir, cuáles son las expectativas de los posibles afectados, de qué plazos y coste dispongo, qué riesgos se pueden presentar, cómo controlo su avance y desarrollo, cómo organizo un equipo que puede que no conozca de nada, etc.
En consecuencia, varias organizaciones relacionadas con los diferentes sectores profesionales que tienen que lidiar con este tipo de trabajos han desarrollado estándares de gestión y normas para organizar su desarrollo. La aplicación de estos estándares es la base de una disciplina específica: la dirección de proyectos.
La dirección de proyectos es la aplicación de conocimientos, habilidades, herramientas y técnicas a actividades del proyecto para cumplir con sus requisitos. El profesional que lo aplica se denomina en el ámbito profesional Project manager.
¿Debemos hablar de obra o de proyecto?
Cuando nos encontremos en un contexto profesional con una aproximación muy básica e intuitiva, no cabe duda de que debemos hablar en términos tradicionales. Ahora bien, cuando la complejidad de la gestión aumenta es necesario emplear conceptos más específicos como los que nos aportan los sistemas de gestión.
Entonces, parece oportuno reservar los nombres convencionales para cuando nos refiramos a los objetos: un proyecto serán los documentos de toda la vida y una obra será el resultado final de la ejecución de lo previsto en él.
Sin embargo, cuando hablemos de las actividades de gestión, deberíamos anteponer la palabra proyecto; por ejemplo, Proyecto de diseño de la carretera XX y Proyecto de la obra de la carretera XX.
En el ámbito de gestión BIM no hay lugar a dudas. El conjunto de contenedores de información que se genera en una obra, incluyendo los modelos BIM, forman parte del modelo de información del proyecto (PIM, en inglés). Estos documentos cumplimentan los requisitos de información del proyecto (PIR, en inglés).
Por ello, la ejecución de una obra es un proyecto, la dirección de esa obra es otro proyecto y la asistencia técnica a esta dirección de la obra es también un proyecto. En este caso se gestionan tres proyectos con tres project manager.
En conclusión, si empleamos técnicas de gestión algo avanzadas tenemos que emplear un enfoque de gestión de proyectos, incluso cuando se trate de una obra. Si además pensamos incorporarnos a la gestión BIM, no hay duda de que debemos comenzar a pensar en estos términos, sin sorprendernos de que nos refiramos a una obra como proyecto.