La intuición no es suficiente para entender BIM
BIM es un claro ejemplo de porqué la corrección terminológica en el lenguaje técnico es muy importante, pero no puede ser fruto de la intuición. Y es que cuando la madurez en el empleo de una disciplina es baja, los sobreentendidos generan una gran confusión.
Es por ello que cuando decimos que se está redactando un proyecto empleando la “metodología BIM”, inmediatamente imaginamos que alguien está trabajando en una maqueta digital.
Más confuso resulta cuando nos referimos al uso de BIM en una obra: ¿qué papel juega una maqueta digital en ese caso? Quizás ayude a realizar mediciones, a generar el proyecto as-built, a visualizar el resultado final, u otras posibilidades que se puedan derivar de disponer de esa novedad tecnológica.
Estas ideas sobre BIM son generalmente fruto de una bien intencionada imaginación; son consecuencia de lo que creemos que puede aportar la irrupción de potentes herramientas de simulación. El incesante bombardeo mediático pone el acento en ello.
El problema es pensar que trabajar en BIM se reduce a incorporar las nuevas tecnologías a nuestro sistema de trabajo convencional, y que la dificultad estriba, sobre todo, en aprender a utilizarlas y a encajarlas en nuestros hábitos.
Muy al contrario, el empleo de BIM implica cambios de enfoque de mayor calado, que son difíciles de comprender mediante una simple extrapolación de nuestras prácticas habituales: toca zambullirse en aguas más profundas y emplear energía en ello.
Lo que no dicen las normas que configuran BIM (ISO 19650)
Las normas ISO son una fuente de conocimiento insustituible cuando buscamos precisión y consenso en los términos y enfoques de las cuestiones técnicas que desarrollan. Las ISO 19650 Parte 1 y Parte2 son las principales referencias de requisitos que debe cumplir una organización si quiere decir que emplea BIM.
Para ver hasta qué punto son apropiadas las visiones meramente intuitivas de lo que implica un proyecto o una obra que emplea BIM, he realizado dos búsquedas de términos en ambas publicaciones: la primera, de los de uso habitual en BIM (gemelo digital, maqueta digital, metodología y BIM manager) y la segunda, de los conceptos menos empleados en las charlas y foros de BIM .
En primer caso, se aprecia (Figura 1) que los términos “populares” son no aparecen en estos documentos de referencia.
Si realizamos la búsqueda de otros términos más propios de BIM, obtenemos los siguientes resultados, que resultan bastante elocuentes.
Los resultados hablan por sí solos: los términos que conforman el imaginario más habitual, fruto de la intuición, no aparecen en las normas ISO de referencia para emplear BIM.
En consecuencia, si queremos comprender y desarrollar el enfoque BIM tendremos que comprender términos menos conocidos como son “requisitos de información“, “gestión de información“, “contenedor de información“, etc.
Propuesta de nombre para la gestión de un proyecto o de una obra BIM
En la última entrada al blog justificaba la incorrección de referirnos a BIM como una metodología para la gestión de un proyecto o de una obra. Pensar que aprender BIM nos va a dotar de superpoderes para hacer mejores proyectos u obras es fruto de la imaginación, es un deseo.
A la vista de las conclusiones del apartado anterior, no cabe duda de que los términos más empleados se refieren a la información y a la gestión de la información. En esto me apoyo para la siguiente propuesta: cuando diseñamos, construimos u operamos una infraestructura en BIM tendríamos que añadir “con gestión de información BIM”. Por ejemplo: “Ejecución de una obra con gestión de información BIM”.
Esta propuesta tiene más implicaciones de lo que pudiera parecer, ya que pone el foco de atención en la información y en su gestión. La información abarca muchos más aspectos que el modelado o la creación de una maqueta digital, ya que en la gestión de un proyecto u obra hay mucha información importante ajena al modelo 3D. Pudiéramos convenir que lo relevante es la información que necesitamos y como la estructuramos para trabajar mejor, y no tanto como la visualizamos.
La gestión de la información BIM interpela seriamente a la dirección del proyecto o de la obra
La gestión de información BIM se lleva a cabo en procesos que, de forma resumida, comienzan con establecer las fases del ciclo de vida del proyecto y las necesidades de información (requisitos de información del proyecto) en cada una de las fases.
Luego se necesita concretar la información que se debe producir en cada contratación mediante la definición de los requisitos de intercambio de información.
En último término, se debe disponer de la configuración del entorno común de datos (CDE) mediante el que se compartirá la producción de la información y su uso.
Solamente podrá ejecutarse un proyecto con gestión de información BIM cuando están adecuadamente contestadas las cuestiones anteriores. Estas se concretan en última instancia en los requisitos de intercambio de información (EIR) para los contratos previstos. A partir de aquí, la dirección de la obra o de los proyectos gestionados con BIM se limita a aprobar el plan de ejecución BIM (PEB) y a comprobar si se cumplen estas necesidades y requisitos en cada entrega de información. En este punto, y no antes, comienza el trabajo de los contratistas.
A mi entender, aquí es donde está la clave del uso de BIM: corresponde a la dirección de los proyectos y de las obras la definición de los requisitos de información del proyecto (PIR), los requisitos de intercambio de información (EIR) y la configuración del entorno común de datos (CDE).
En resumen, no es posible emplear BIM en la gestión de la información de un proyecto o de una obra si la organización contratante y la dirección de obra no hacen sus deberes, que exigen un elevado grado de planificación y la estandarización de los procesos y metodologías. Los contratistas responden a las necesidades así explicitadas, no las definen.